La altitud de Quito fue una de las principales
preocupaciones del cuerpo técnico de Brasil que dirigía Tite, ex entrenador
campeón de la Copa Libertadores 2012 con el club Corinthians, para visitar a
Ecuador el 1 de septiembre pasado por las Eliminatorias Sudamericanas. Esto ya
que los organismos no adaptados a la altura y que vienen de ciudades del llano,
sufren síntomas perjudiciales y que debilitan al ser fisiológicamente hablando.
La Selección Brasileña de Fútbol llegó
cuatro días antes del partido a Quito y realizó tres entrenamientos en la
capital: dos en el estadio Casa Blanca de Liga y otro en el estadio Atahualpa,
escenario deportivo dónde se disputaría el encuentro. A pesar de que entendidos
en la materia de preparación física afirmaban que estar tantos días en Quito
iba a ser perjudicial para los auriverdes, esto no fue así ya que golearon 3x0
a la Tricolor e incluso tuvieron mejor respuesta física que Ecuador.
Los verdeamarelas nunca habían podido
derrotar por Eliminatorias Sudamericanas a Ecuador, pues de las 4 veces que
visitaron la capital, fueron derrotados en dos ocasiones y empataron en otro
par también. Pero según se pudo conocer, el técnico Tite, quien asumió en su
cargo el 20 de junio anterior en reemplazo de Dunga, histórico jugador de
Brasil pero que sucumbió con su selección en la Copa América de Estados Unidos
2016, fue muy cuidadoso de todos los detalles.
Brasil venció a Ecuador pero también a la
altura, ya que no sufrió los estragos de los 2850 metros sobre el nivel del mar
que complican a todo equipo del llano. Dúffer Alman, reconocido preparador
físico ecuatoriano, manifestó una tesis acerca de los efectos que el jugador
recibe al subir a la altura. "Lo ideal para jugar en la altura es llegar
el mismo día pues al llegar tres o cuatro días antes, el organismo tiene
efectos negativos por la hiperventilación pulmonar. También otros problemas
como menor capacidad para la respiración, no poder dormir en las noches,
gástricos", contó Alman.

Pero Tite acertó en sus decisiones. El
entrenador pidió al cuerpo de logística de la Federación Brasileña de Fútbol
que tengan listas 100 botellas de agua por cada día que estuviesen en Quito,
además de un desfibrilador (aparato para la reanimación cardíaca, mediante
choques eléctricos) y dos tanques de oxígeno. Estos implementos fueron movilizados en cajas metálicas por
el cuerpo de utilería. Además Tite sugirió "contar con medicamentos para
regular la presión sanguínea de sus jugadores, a fin de evitar quebrantos en su
salud".
Aunque el preparador físico de Brasil, Fabio Mahseredjian,
había reconocido y compartido las teorías de Alman y Mendoza, que llegar con
tres o cuatro días de anticipación a Quito podría causar estragos en los
jugadores, siguió la decisión de Tite "para que sus dirigidos se adapten a
la velocidad del balón en la altura". La determinación fue tomada totalmente desde el punto de
vista deportivo. “Llegaremos directo a Quito para que el atleta se adapte
rápidamente a la velocidad del balón a pesar de que lo más aconsejable sería quedarnos
en Guayaquil y llegar a Quito para la hora del juego con Ecuador”, dijo
Mahseredjian al canal oficial de Youtube de la Confederación Brasileña de
Fútbol.

"Hay que tomar en cuenta tener mucho
diálogo con el cuerpo médico de cada equipo o en este caso de las selecciones,
y que se les haga exámenes a los jugadores para trabajar con ellos desde lo
psicológico y también desde la experiencia: desde cómo reacciona cada organismo
al subir a la altura y estar preparados para todo", opinó Ignacio Berriel,
preparador físico de Emelec.
"Al llegar con días de anticipación a
Quito, seguro se ayudó al jugador no entrenando con cargas altas de trabajo y
al momento de jugar, se planteó hacer esfuerzos cortos y no correr más de la cuenta.
Economizar los esfuerzos para que el jugador se sienta mejor psicológica y físicamente"
agregó Alman. Hubo acierto desde lo deportivo, de igual
manera desde lo fisiológico en el justificado logro de la Selección Brasileña,
pero también influyó la parte psicológica. "Hay mucha leyenda y mucha excusa sobre el tema de la
altura. Hay gente que cree que por jugar en la altura se va a morir y no es
así", le dijo a la cadena BBC Mundo el ex seleccionador de Bolivia y
Chile, Xabier Azkargorta en una entrevista en junio del 2015.

Al consultar a César Benalcázar, ex
preparador físico de Barcelona, Emelec y El Nacional, entre otros equipos del
país, informó que la adaptación a la altura depende de cada organismo.
Benalcázar dijo que en este caso la fórmula le resultó exitosa a Brasil, pero
que el periodo de adaptación a la altura, según un estudio realizado por él de
acuerdo a los deportistas con los que trabajó, varía entre: de 21 días a un mes
en unos casos, de uno a tres meses en otros, y también existe un plazo más
largo que es de cuatro a seis meses.
Lo recomendable es conocer todos los
efectos que la altura puede tener en el jugador, que varían de acuerdo al
organismo y metabolismo de cada quién, y tratar de que estos afecten lo menos
posible al jugador. Esto permitirá una mejor predisposición y acoplamiento
desde lo psicológico y rendimiento deportivo del futbolista en cancha.
Según apreciación del Dr. Juan Carlos Mazza, médico especialista en Medicina del Deporte del Colegio de Médicos de Rosario, Argentina, a nivel del mar, la presión barométrica (de oxígeno en el ambiente) es de 760 mm. de mercurio, pero en la altura disminuye a 490 mm. Esto determina que los jugadores de fútbol, al comenzar el partido en altura, tienen una pérdida del 25 al 34 % de su capacidad aeróbica. Más del 70 % de la energía en los 90 minutos de un partido proviene de la capacidad de absorber oxígeno (aeróbica). Es por ello que en la altura, la capacidad aeróbica al ser menor, hace que el desgaste en un remate, salto y pase, sea mayor; a nivel del mar se juega con una fatiga leve al momento de realizar esfuerzos.

Para un jugador estar apto a jugar en
ciudades de altura, deben juntarse algunos factores que hemos citado, al
explicar la decisión del conjunto brasileño. El futbolista debe estar muy bien
preparado físicamente y tener una buena estrategia del entrenador en cancha que
permita una dosificación energética, ya que en la altura el desgaste es mayor
al correr por un balón. Además, es conveniente un periodo de
adaptación a la ciudad de altura en que se va a actuar, para que el jugador
sepa regular sus esfuerzos. De igual manera, el cuerpo de entrenadores debe
manejar la intensidad de
los entrenamientos y someter a los futbolistas a pruebas de sangre y exámenes,
para ver cuán proclives pueden ser a los efectos de la altitud y así pensar
trabajos específicos y saber cómo contrarrestar los síntomas.