El Clásico del Astillero de esta tarde en el
Monumental se lo llevó Barcelona, con justicia estrictamente por lo visto en el
campo de juego y sin entrar en el campo de los merecimientos, en el que Emelec
mereció algo más en el primer tiempo. El partido tuvo un dominio repartido entre
la fase inicial para Emelec y la segunda para Barcelona: ambos tuvieron más
tiempo la pelota y fueron los dueños de las llegadas; la diferencia estuvo en
que en su momento, Barcelona fue más profundo para culminar sus acciones.
En el primer tiempo y por 35 minutos, Emelec
fue el amplio dominador de la pelota y de las jugadas. Tras siete minutos que
transcurrieron con golpes en la nariz para Cristian Suárez y otro muscular de
Mario Martínez para los amarillos, los azules se dieron cuenta de lo perdido
del partido que estaba Barcelona tras la presión y buen toque que estaban
teniendo. El duelo era ganado en el mediocampo por Emelec, que tuvo a un local
lento, errático en los pases y sin encontrar la velocidad y precisión de sus
últimos encuentros. En contrapartida, la línea de volantes conformada por Robert Burbano, Pedro Quiñónez, Osbaldo Lastra y Fernando Giménez realizaba asociaciones fluidas, recuperaba
rápido el esférico y poco a poco, se aproximaba con peligro.
Llegó un cabezazo de Giménez a los 22 minutos
que se fue por arriba del arco de Máximo Banguera, una gran jugada colectiva que
Miller Bolaños no supo conectar bien, un remate de media distancia de Pedro
Quiñónez y un par de acciones: una de Escalada y otra de Burbano, en las que
decidieron mal en el último cuarto de cancha. Los eléctricos estuvieron
apurados para concretar las incursiones que, por sorpresa y aprovechando el
desconcierto de locales, tenían a la portería de Barcelona. Los lapsos finales
del 1T fueron más equilibrados, siendo Emelec el de la propuesta siempre pero
Barcelona ya no tan asediado e incluso encontrando una llegada de gol por
intermedio de Suárez.
Para el segundo tiempo los roles se
invirtieron: la incertidumbre tuvo espacio en Emelec, que fue un equipo inconexo
desde no poder mantener el control del compromiso, mientras Barcelona pasó a
tener la pelota y a ser el equipo de las llegadas. Por ello se dice que este
partido fue de momentos, ya que la claridad para concretar sus ataques no
estuvo en Emelec en 1T pero sí en Barcelona en 2T y hay una razón: la manera de
defender. Barcelona resistió los atropellados embates de Emelec porque dentro
de sus errores era compacto en la zaga, en tanto que Emelec no hizo lo mismo
porque fue un cuadro partido y su zona posterior estuvo desprotegida.
En la segunda mitad del choque clásico, el
conjunto millonario se vio mermado en la parte física producto del desgaste del
primer tiempo, sus jugadores de ofensiva enviaban pases desmedidos y no fueron
solidarios para apoyar a sus defensores. Así, Barcelona arribó constantemente a
la portería que defendía Esteban Dreer para hacerlo figura: con remates y
centros de Suárez, con desequilibrio de Cristian Penilla y con desbordes de
Nazareno principalmente. Nazareno y Penilla superaron a Narváez de Emelec
porque había ingresado Ángel Mena por Burbano, pero Mena nunca fue aporte ni en
ataque ni defensa.
El gol de los toreros se veía venir desde los
60 minutos y llegó a los 75 con el argentino Ismael Blanco, que sumó su cuarto
gol con la camiseta del Ídolo. Circunstancias que se dieron en el transcurso
del juego, como el cambio de Miller Bolaños por no tener camiseta de recambio
para usar (intercambió una con su hermano Álex) y la lesión de Pedro Quiñónez
que lo obligó a ser sustituido, se sumaron a un Emelec que entró al 2T con el
chip cambiado o ya quemado. Sobre el final, Barcelona cedió terreno y algunos
tiros libres de riesgo que no pusieron en peligro su triunfo ya que persistió
la inoperancia de los emelecistas.
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